La eliminación de Boca de la Copa Libertadores es realmente una decepción. Hinchas, jugadores y dirigentes teníamos la ilusión de obtener el torneo continental por séptima vez, alcanzar a Independiente y reafirmarnos como Rey de Copas, pero las cosas no salieron y ahora habrá que esperar hasta el año próximo para renovar la esperanza. Sin embargo, esta derrota no es tan trágica como la mayoría de los medios de comunicación la quieren mostrar. Si bien Boca también está último en el torneo local, viene de ser campeón. Es más hace 10 años que es el mayor protagonista del fútbol nacional y sudamericano, ganando 4 copas libertadores, 2 intercontinentales, 2 sudamericanas, 2 recopas y 7 torneos locales. Mientras tanto aquellos que hoy disfrutan el fracaso de Boca sólo ganaron un par de torneos locales y ningúno internacional.
Entonces no es muy fácil entender de qué tragedia cuasiapocalíptica hablan. Es cierto, se trata de un momento poco auspicioso, pero los antiboca alimentados por la alegria del fracaso ajeno ante la falta de felicidad propia, sobredimiensionan todo.
Qué pasará con Ischia, los jugadores y los dirigentes se sabrá pronto, tal vez se vengan muchos cambios. Pero el prestigio, la calidad y la mítica de Boca nunca cambiarán.